viernes, 24 de junio de 2011

SPANISH REVOLUTION

¿Es "democracia real ya" una revolución?

Cuando el movimiento del 15 M, nos dice que buscan una revolución pacífica están utilizando un oxímoron, es decir una combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido, dos términos antagónicos en un mismo contexto.

Dice la Real Academia de la Lengua Española que revolución es un cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación. Por este motivo es utópica una revolución pacifista encaminada a mantener la paz.

Y esto es así por que cuando se da una revolución es porque la paz, en puridad, no existe, está alterada por situaciones de opresión e injusticia como las que ahora se manifiestan en la graciosamente denominada “Spanish revolution” por una convención, a mi modo de ver, desafortunado de la prensa internacional, que recuerda aquel lastimoso “spain is diferent” penoso y denostado lema del franquismo rancio de antaño.

Sin embargo, el economista notable, catedrático de la Universidad de Santiago, Xose Manuel Beiras, ve en este movimiento, un foco revolucionario consecuente con las injusticias provocadas por la sociedad actual y concede al mismo la posibilidad de la trascendencia y el germen de posible proyecto revolucionario, especialmente por la juventud de los movilizados.

Yo entiendo que, los cambios revolucionarios, además de radicales y profundos, han de percibirse como súbitos y violentos, como una ruptura del orden establecido o una discontinuidad evidente con el estado anterior de las cosas, que afecte de forma contundente a las estructuras sociales y económicas, por eso casi siempre tienen que ser a través de actos violentos para producir algún efecto. Una revolución no tendría sentido sino tuviese un proyecto o un plan establecido para el futuro. Para que triunfe, ha de conseguir la ruptura de la estructura anterior, si no es así, debería hablarse mejor de una movilización de una transición o de una crisis y si lo que falta es su carácter trascendental, debería hablarse mejor de una revuelta.


Los movimientos revolucionarios son consecuencia de procesos socioeconómicos e históricos y de construcciones colectivas, para que una revolución exista es necesario que existan razones para la unión de intereses comunes en un proyecto de sociedad o utopía, frente al establecimiento viejo de poderes desfasados. La revolución siempre se efectúa con el propósito de combatir injusticias, y como existen diferentes injusticias también existen diferentes intereses y agrupaciones de los mismos para aplicar la voluntad del cambio del estado de las cosas.

La indignación real.

Es estado actual de las cosas a cambiar, es que se debe reducir el poder de los ejecutivos, la clase dominante del sistema social actual.

Los ejecutivos son colocados por los grandes capitalistas en sus empresas, delegando en ellos la función de control y gestión para rentabilizar el capital. La cuestión es que el tiempo y especialmente el neoliberalismo económico favorecido por instituciones supranacionales y estados occidentales, les ha hecho dueños de las empresas y son más poderosos que los capitalistas de antaño. Los consejos de administración reparten los cargos ejecutivos entre hombres de su confianza y están al mismo tiempo compuestos por los propios ejecutivos. A todo esto hay que unir que los cargos, que antaño fueron políticos de mayor o menor relevancia, terminan siendo miembros de los consejos de administración, de las sociedades que ayudaron en su etapa administrativa. De este modo, los que controlan el capital y las corporaciones que a su vez controlan los gobiernos de los estados, son siempre los mismos: capitalistas, ejecutivos y políticos. Ellos se suben o se bajan los sueldos, aumentando o no, lo que paralelamente perciben como beneficios. Al final los que pagan son: los trabajadores, funcionarios, consumidores y usuarios y cuando se aprieta por la crisis, hasta los desempleados que quedan sin desempleo y los pensionistas que ven como recortan sus pensiones. Pero aquellos que generan las burbujas inmobiliarias que venden a su hermano y su alma al diablo para medrar como ejecutivos si hace falta, que son capaces de poner en la calle a cientos, a miles de antiguos trabajadores -generadores de generosas plusvalías- aquellos nunca se recortan los sueldos y beneficios.

Tal vez con una revolución de indignados la cosa pueda cambiarse, ¿o no? La cuestión ¿podrá hacerse de forma pacífica?
No creo que con simples manifiestaciones se pueda conseguir "el cambio" en las estructuras de poder económico que una revolución debería de proporcionar.