lunes, 22 de febrero de 2010

La reforma impositiva que no se aprobó.

El 10 de febrero de 2009, escribía sobre las posibilidades de acometer una reforma fiscal realmente progresiva en los impuestos en España. Finalmente el gobierno se inclinó por realizar una reforma con poca sustancia y creo que perjudicial para solventar el problema de la crisis en el que estamos inmersos. La gravedad se va a soportar en los impuestos al consumo y a la inversión: El IVA, incrementa, a partir de julio sus tipos y las rentas del capital se desdoblan en dos tipos según la cuantía alcanzada, perjudicando finalmente las inversiones, eso sí, casi de forma lineal estática, sin que se atisbe por ningún lado una medida de verdadera progresividad. Excepción hecha de la dualidad en los tipos de las rentas del capital y de las plusvalías por ventas de activos financieros, todas las medidas afectan de la misma forma porcentual a los contribuyentes, el mismo tipo de IVA van a pagar los parados que llenen su coche de gasolina, o que paguen su recibo de la luz, que los ejecutivos y consejeros de los bancos y las grandes empresas, tan escuetamente retribuidos, que residen en el Estado Español o cualquiera de los afamados deportistas de nuestra galaxia futbolera. Entiendo que eso no es progresista.
¿Cómo se hubiera realizado una reforma progresista?, creo que la reforma debía fundamentarse sobre los impuestos directos. Habría que ampliar las escalas de gravamen y los tipos límites superiores del IRPF, de modo que se pudieran alcanzar el 50 %, o incluso en rentas muy elevadas del 60 %, y asi se pudieran repercutir la cargas sobre los que más tienen y ganan. Seguir un principio constitucional básico en materia tributaria, que dice que quien más tiene, contribuya más al sistema social. Pero eso hay que llamarlo por su nombre e implica subir los impuestos sobre la renta y que se tomen medidas contra el fraude que muchos intereses no están dispuestos a asumir, por lo que finalmente se prueba con, todos a una como en fuente ovejuna, y que los consumidores y los inversores (eso si los pequeños un poco menos que los grandes) contribuyan a la recuperación de las arcas del Estado. Pero, finalmente a las grandes rentas de: ejecutivos, directores, banqueros, asesores, estrellas galácticas y demás sostenedores y detentadores del mundo global y media que nos toca vivir, no las toque nadie.
Y ahora los que tienen trabajo que les dure, que si se confirman los pronósticos, en el mejor de los casos, sólo van a tener que trabajar más tiempo para alcanzar la misma pensión de jubilación.

La crisis la produjeron aquellos que construyeron castillos en el aire para todos por igual. Mientras que algunos inflaban sus cuentas corrientes con las comisiones que se cobraban por la ventas de hipotecas y por el cumplimiento de objetivos especulativos, otros se encontraban con que sus empresas solicitaban la quiebra o como se dice ahora, el concurso de acreedores, y visto y no visto, en un ERE y en la calle; pero eso si tienen que seguir pagando la hipoteca. Pues ahora todos, los unos y los otros a pagar el mismo IVA y a esperar que con esto, la economía funcione, para que se puedan volver a pagar las cuotas de la seguridad social y para cobrar en su día las pensiones, aquéllos que puedan y hayan cotizado, que serán los mismos que se salvan ahora de una reforma progresista del sistema fiscal del Estado y otros pocos afortunados.

Progresividad que si se recoge coherentemente con el nuevo tratamiento de la deducción de los 400 euros, que se aplica proporcionalmente para los diferentes tipos de rentas: beneficiando mayormente a las inferiores, hasta los 8.000 €, y progresivamente hasta un límite de 12.000 €, en el que ya no tiene sentido esta ayuda social a los más necesitados. Se observa el necesario caracter redistributivo de la función reacudadora del Estado.

Por otra parte se mantiene, a mi modo de ver inadecuadamente, la bonificación por nacimiento de 2500 € para todos los contribuyentes por igual, la función social es ayudar a los más necesitados y en este sentido debe de ir esta ayuda. Sería mejor establecer escalas de progresividad también en esta deducción, incluso se puede decir que está injustificada, a partir de determinados niveles de renta, por lo que un tratamiento similiar a la deducción anterior estaría mas acorde con la necesaria progresividad del sistema impositivo.

La ley de presupuestos ha dejado a la futura ley de economía sostenible , la elaboración de una serie importante de medidas fiscales, que afectarán entre otras cuestiones, al tratamiento de la inversión en vivienda y que tendrán mayor o menor repercusión en función de las decisiones que se tomen posteriormente, dadas las competencias transferidas a las comunidades autónomas en la materia y que analizaremos en su momento.
Adelantar que la diferencias en el planteamiento entre los dos grandes partidos es muy considerable: mientras que el PP está por la labor de incrementar en general los porcentajes de deducción, el PSOE parece que quiere reducirlos y mantenerlos solo para las rentas más bajas y equiparando el trato fiscal para los alquileres, lo que siendo progresista, no creo que sea muy rentable electoralmente dada la raigambre nacional de la aspiración populista de tener vivienda en propiedad. En el futuro se podrán dar circunstancias muy particulares y diferentes en todo el Estado, al establecerse las deducciones fiscales por este concepto, de forma distinta en las distintas comunidades autónomas según estén gobernadas por uno u otro partido, como recoge las medidas que ha este respecto ha establecido la Asamblea de Madrid .
La progresividad es una característica que muchas veces está reñida con el populismo y cuesta votos, pero sólo con ella se podrán realizar reformas estructurales que permitan mejoras y reequilibrios socio-económicos en las desigualdades y crisis generadas constantemente por el propio funcionamiento del sistema capitalista y la economía de mercado. La econosciencia, debería de ayudarnos en el camino hacia la sostenibilidad de las soluciones económicas que se tomen y la redistribución de la riqueza.

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