sábado, 5 de agosto de 2023

Las relaciones financieras internacionales están globalizadas ¿y las políticas sociales?

Las relaciones entre los estados, en el comercio mundial y el mercado financiero, están bastante globalizadas; no ocurre lo mismo con las derivadas del respeto a los derechos humanos y las políticas sociales. El dinero sigue siendo apreciado por todos, aunque no tenga el mismo valor para todos.

En Economía las mismas hipótesis de partida, pueden conducirnos a conclusiones diferentes y como esta disciplina, no es por naturaleza una ciencia experimental inmediatamente contrastable, como puede serlo la Física o la Química, igual vale lo previsto por un ilustrado como lo que haga su contrario.

Creo que gran parte del fundamento, de toda esta situación crítica de los países periféricos de la Unión Europea, está en que los gobiernos nacionales se han desvinculado de sus electores y no representan la voluntad de los pueblos, sino que hacen gestiones para no perjudicar los intereses de los capitales internacionalizados y con ello, lógicamente, los de "las clases" que los tienen, independientemente de su nacionalidad, porque el mercado de capitales en el que nos desenvolvemos es global.

Lo que no se da en la misma medida en estos tratados y negociaciones que sustentan las relaciones internacionales, es que países ricos ayuden a los pobres, para proteger sus sectores exportadores ni los empleos vinculados, ni las condiciones y prestaciones sociales.

Existe ciertamente la cleptocracia financiera, pero no son sólo los bancos de los países ricos, con sus préstamos y sus inversiones en riesgo, los que se están beneficiando de las ayudas, sino sus accionistas -que también pueden ser griegos, españoles, portugueses e irlandeses- y especialmente los ejecutivos y los políticos europeos e internacionales que viven de la gestión de estas crisis, por ellos mismos generadas. Los pueblos padecen la solidaridad derivada de la unidad de acción monetaria, de mercado y financiera, pero esta solidaridad económico financiera no tiene su equivalente en tratados de políticas fiscales y sociales, en las relaciones comunitarias e internacionales.

Para estas naciones en crisis financiera, la salida del euro podría ser una solución y al mismo tiempo no serlo, la cuestión relevante sería: ¿a quién beneficiaría o perjudicaría socialmente?

Los países periféricos han perdido autonomía en favor de los estados centrales dominantes.

Los miembros de las instituciones democráticas: griegas, irlandesas, portuguesas, españolas..., se han sometido, a la hora de tomar sus decisiones, a los dictados que han sido enunciados desde las instituciones europeas Unión Europea (UE) Banco Central Europeo (BCE) o internacionales Fondo Monetario Internacional (FMI) o Banco Mundial (BM), que a su vez recogen las indicaciones de los representantes en dichas instituciones, de los países más poderosos: EE. UU, Gran Bretaña, Alemania y Francia.

Un poco de Historia:

Toda esta problemática crítica, la estamos viviendo desde el año 2007 -fecha de la quiebra de la primera gran entidad financiera, Lehman Brothers, seriamente afectada por la crisis provocada por los créditos subprime, tanto que termina declarándose en bancarrota.

Históricamente el problema, ya surge de las relaciones instituidas entre las naciones, tras los acuerdos de Bretton Woods para mantener el sistema capitalista y las economías de mercado como base de relaciones sociales y económicas internacionales. El sector financiero internacional y los sistemas nacionales de los países que participan en los organismos internacionales, se encuentran fuertemente interrelacionados y en conjunto controlan la evolución de las deudas de los estados. Son el corazón del sistema capitalista, organizan la distribución de capital y salvaguardan los intereses de las clases privilegiadas o dominantes, en las relaciones con las demás clases sociales, y por eso tiene tanta relevancia para las naciones, mantener su estatus dentro de los mismos y en su gobierno.

Previos a los acuerdos Bretton Woods, se había debatido dos propuestas distintas, una británica que fue elaborada por el economista John Maynard Keynes y la estadounidense por Harry Dexter White.

Keynes se apoyaba en la creación de un órgano internacional de compensación, el International Clearing Union, que sería capaz de emitir una moneda internacional (Bancor) vinculada a las divisas fuertes y canjeable en moneda local por medio de un cambio fijo. A través de la ICU los países con excedentes financiarían a los países deficitarios, vía una transferencia de sus excedentes, de esta manera se tendría la ventaja de hacer crecer la demanda mundial y de evitar la deflación, lo que finalmente sería beneficioso para todos los países. Lo relevante de esta propuesta era que los países acreedores y los deudores estarían obligados a mantener una balanza comercial equilibrada y, en caso de incumplimiento, a pagar intereses sobre la diferencia; de los gobiernos dependerían las medidas para mantener una cuenta cero. El plan era ecuánime, los intereses comerciales más poderosos no podrían distorsionar la balanza comercial y los ciudadanos de un país cuyo sector productivo fuera fuerte no perderían los resultados materiales de sus esfuerzos por causa de una exportación ininterrumpida de los productos.

El plan no convencía a los EE.UU. que al final de la guerra poseía el 80% de las reservas mundiales de oro, era un país fuertemente acreedor y no quería estar obligado a gastar su superávit comercial en los países deudores, por lo que no convenía a sus intereses. Aprovechando su mayor influencia política y la situación vulnerable de sus aliados británicos, necesitados de financiación americana para superar la guerra presionó para que el plan de Keynes, fuera rechazado.



Estados Unidos manejó la determinación de las cuotas de los países miembros del Fondo, siendo este asunto, capital para el gobierno del Fondo, porque la cuota determina el poder de votación y control. Además se estableció un complejo sistema de cálculos económico-matemáticos que daban la apariencia de legitimidad a las asignaciones ya determinadas previamente por Estados Unidos.



Sobre un capital total de 8.800 millones de USD, a EE.UU. le correspondería una cuota de 2.740 millones (equivalente al 31,1 %), al Reino Unido 1.300 millones (14,8 %), la Unión Soviética 1.200 (13,6 %), China 550 (6,3%) y Francia 450 (5,1%), para los cinco primeros. Una vez asegurado el control de las cuotas, fue fácil para EEUU establecer la sede del BM y el FMI en su territorio. Gran Bretaña, perdió la batalla para que al menos una de ellas se estableciera en Europa, pero no tuvo éxito. (Keynes al ver la enorme influencia que iba a tener EEUU en estas instituciones, también intentó, en vano, que los directores ejecutivos del Fondo fueran funcionarios de tiempo parcial subordinados a bancos centrales nacionales, de manera que muchas decisiones fueran ajenas a ciudadanos estadounidenses.



El principal objetivo del sistema financiero, fue poner en marcha un Nuevo Orden Económico Internacional, dando estabilidad a las transacciones comerciales a través de un sistema monetario internacional, con tipo de cambio sólido y estable fundado en la paridad oro y dólar. Se adoptó el patrón oro-divisas, en el que EE.UU. debía mantener el precio del oro en 35,00 dólares por onza y se le concedió la facultad de cambiar dólares por oro a ese precio sin restricciones ni limitaciones. Al mantenerse fijo el precio de una moneda (el dólar), los demás países deberían fijar el precio de sus monedas en relación con aquella, y de ser necesario, intervenir dentro de los mercados cambiarios con el fin de mantener los tipos de cambio dentro de una banda de fluctuación del 1%.

A partir de Bretton Woods, cuando los países tienen déficits en su balanza de pagos, deben financiarlos a través de las reservas internacionales o mediante el otorgamiento de préstamos que concede el Fondo Monetario Internacional. Para eso fue creado. Para tener acceso a esos préstamos los países deben acordar sus políticas económicas con el FMI. Los préstamos que cada país solicitaba al FMI sólo podían ser destinados a cubrir los déficits temporales de balanza de pagos, y se le daba a cada país deudor un plazo de pago de tres a cinco años. De ser necesaria cualquier asistencia a largo plazo, la misma debía ser solicitada al Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, la Asociación Internacional de Fomento o la Corporación Financiera Internacional.

En las reuniones de Bretton Woods se consideró también la necesidad de crear un tercer organismo económico mundial, que iba a denominarse Organización Internacional de Comercio. Finalmente no se constituyó porque EEUU no llegó a manifestar el consentimiento al acuerdo. Para sustituir esa necesidad, en 1948 se firmó el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT), que posteriormente absorbió la Organización Mundial de Comercio (OMC).



Quiebra del sistema de Bretton Woods

Con la Guerra de Vietnam, el sistema comenzó a tambalearse. Estados Unidos enviaba al exterior miles de millones de dólares para financiar la guerra y en 1971 el país tuvo un déficit comercial por primera vez en el siglo XX. Los países europeos comenzaron a cambiar los dólares sobrevalorados por marcos alemanes y por oro. Así, Francia y Gran Bretaña demandaron a EE.UU. la conversión de sus excedentes de dólares en oro. Por tanto, las reservas de Fort Knox, donde está depositado el oro de Estados Unidos, se redujeron considerablemente.

Finalmente, el presidente Richard Nixon impidió las conversiones del dólar y lo devaluó (para hacer que las exportaciones estadounidenses fuesen más baratas y aliviar el desequilibrio comercial). Asimismo, Nixon impuso un arancel temporal de 10% y tuvo éxito en forzar a estos países a revalorizar su moneda, pero no en crear un nuevo sistema de tipos cambiarios estables. Desde ese momento, el valor de las monedas empezó a fluctuar.

En la actualidad: las instituciones internacionales salvaguardan los intercambios internacionales, pero no existen consideraciones sociales en su funcionamiento.

Si las instituciones a las que pertenecen los pueblos: español, griego, alemán... tuvieran un carácter más solidario y con mayor transcendencia política y social que -de mercado, monetaria y de comercio - los problemas de los países que formasen parte de estas instituciones serían tratados de una forma más humana y racional, de cómo se están tratando. El FMI protege las operaciones del comercio internacional, la UE trata de proteger esencialmente el mercado europeo, pero ninguna de estas instituciones se preocupa de lo que le ocurra a los irlandeses, portugueses, griegos, españoles,… por que se vean inmersos en crisis financieras derivadas de los intercambios desiguales entre naciones, por los engaños inmobiliarios o por el enriquecimiento injusto de sus clases privilegiadas (Hay griegos, españoles,... cada vez más ricos).

La “cleptocracia financiera” es resultado de la configuración de las relaciones y tratados internacionales basados en el Neoliberalismo económico y/o el capitalismo global, no es una entelequia. Pero el pueblo griego es una realidad social de trabajadores, funcionarios y desempleados. Una realidad a la que las instituciones europeas e internacionales a las que pertenece, así corporativizadas nunca van a ayudar socialmente, entre otras razones, porque esas instituciones no fueron creadas para ello.

Son instituciones que se basan en crecimientos ilimitados de las economías nacionales, sin considerar la finitud de los bienes, no se preocupan de un -mejor reparto- de los bienes y productos entre los hombres y los pueblos de las naciones que hablamos.

Y todas estas instituciones están gobernadas por ejecutivos, capitalistas y políticos de varias nacionalidades, pero generalmente cortados por un mismo patrón tecnocrático, burocrático y corporativista;  que hace que realmente se despreocupen de lo que pasa con los pueblos de dónde proceden.

Es el fundamento en sí mismo de las instituciones a las que pertenecen los pueblos: español, griego, portugués, irlandés,..., el que permite la existencia de intercambios internacionales desiguales y lo que está detrás de las decisiones poco acertadas de estas instituciones, que no ocurriría si éstas tuvieran un carácter más solidario y con mayor transcendencia política y social que mercantil y monetaria. Al menos los problemas de serían tratados de una forma más humana y racional.



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